miércoles, 25 de noviembre de 2015

El 24 de noviembre se celebró, en la sala "Las trece Rosas" de CC OO de Madrid, el Encuentro ‘Cultura y Comunicación para la Igualdad’, organizado por la Fundación 1º de Mayo. Intervinieron Federico Mayor Zaragoza, Luis García Montero, Manuel Núñez Encabo, Cristina Bermejo, Rafael Díaz Arias, Inmaculada Ballesteros, Iñaki Guevara, Marife Bolaños, Jaime Cedrún y Javier Doz. En el Encuentro se presentó el manifiesto que se reproduce a continuación:

MANIFIESTO DEL ENCUENTRO: CULTURA Y COMUNICACIÓN PARA LA IGUALDAD
La crisis económica está golpeando a la cultura española por todos los ángulos al mismo tiempo. Por el lado del consumo, los efectos de la depresión castigan  la demanda, y la subida del IVA contribuye a maximizar esos efectos. En cuanto a la oferta, el desplome de las políticas públicas está agudizando la quiebra de cientos de creadores y de pequeñas empresas, destruyendo una red de supervivencia que, aunque minoritaria en la financiación, constituía en muchos casos un sostén esencial. Las promesas incumplidas de nuevos sistemas de financiación, como el fomento del mecenazgo, deja por el momento sin esperanzas a miles de agentes del sector de la cultura.
Sin embargo, es preciso relativizar y matizar el diagnóstico de la situación. La cultura española no desaparecerá, como no lo ha hecho nunca, incluso en las épocas más tenebrosas de nuestra historia. Y probablemente se recuperará en parte con la salida de la crisis económica. Pero los nuevos equilibrios para entonces serán muy diferentes a los que hemos vivido en las últimas décadas: generaciones de ideas, proyectos y creadores se han perdido o son invisibles para la sociedad; nuevos dominios de los grupos más potentes; retroceso relevante de la proyección exterior de nuestras creaciones que costará tiempo recuperar. En plena transición al mundo digital, corremos además el riesgo de perder pie en ese proceso, y de catalizar y agigantar en ese camino todas nuestras carencias en los terrenos anteriores.
En suma, la mayor amenaza consiste en una disminución de la diversidad cultural de la sociedad española y, con ella, de la calidad entera de su democracia. Multitud de ideas y proyectos culturales de varias generaciones, se habrán perdido sin remedio, con un daño considerable en el terreno creativo y económico.
Con todo, más grave que los efectos sociales y económicos inmediatos, es la crisis de valores que bloquea las alternativas a esta situación. El concepto de la cultura como base insoslayable de una sociedad democrática y, en consecuencia, la legitimidad y necesidad de políticas públicas para su sostén, se han ido deteriorando en España en las dos últimas décadas. En buena medida por el avance del pensamiento neoliberal que homologaba a la cultura con la economía general, con escasas excepciones; pero también por el debilitamiento del pensamiento sobre el valor regenerador de la instrucción pública, de la cultura como derecho. Términos como los de “industrias del entretenimiento” o del “ocio”, o más novedosos como los de “industrias de contenido” o “industrias creativas”, aplaudidos por muchos creadores y sociedades culturales durante estos años como sinónimos de su importancia económica, han contribuido a esa banalización de la cultura y a su integración en el magma de “todo es economía”. Y han coadyuvado a justificar el recorte y el giro de las políticas públicas.
Pero, ¿de qué hablamos cuando decimos cultura y comunicación para la igualdad? Hablamos de igualdad de oportunidades, de que todas las personas han de tener las mismas oportunidades, que han de ser iguales ante la ley y que la ciudadanía ha de interiorizar que ningún ser humano puede ser discriminado por razón de sexo,  género,  religión, ideología, o cualquier otra circunstancia personal o social. Es decir que el hecho de nacer  nos debe situar  en el mismo punto de partida, sea cual sea nuestro origen o condición, y que las instituciones deben apoyar con los recursos necesarios a aquellas personas que por sus especificidades así lo requieran. Pero también hablamos de igualdad en la distribución de la riqueza, de que los trabajadores y las trabajadoras, a través de la negociación colectiva, y la ciudadanía, a través de sistemas fiscales y de protección social justos, pongan fin a la escandalosa desigualdad en los ingresos y establezcan un reparto mucho más igualitario de la riqueza.
La crisis no solamente ha sustraído recursos para atender a las personas dependientes,  a los servicios públicos, al mantenimiento de unas prestaciones sociales suficientes y a los servicios culturales, sino que ha supuesto la pérdida de millones de puestos de trabajo. En los medios de comunicación y en la industria cultural se han perdido decenas de miles de empleos, se han cerrado un gran número de empresas, se han reducido los salarios fuertemente y se ha precarizado aún más el empleo en un sector ya muy afectado por esta lacra.
También hablamos de igualdad de género, porque como dicen las organizaciones de mujeres profesionales, una cultura desigual crea desigualdad. Una cultura científica y artística en manos, principalmente, de hombres produce unos contenidos que refuerzan el protagonismo masculino, que los presenta  como sujetos y su experiencia como universal, mientras que la mujer es representada como un ser secundario, accesorio o ausente. Esos contenidos pasan al sistema educativo, con lo que se  perpetúa y justifica la desigualdad. La voluntad reiteradamente expresada por nuestra sociedad de garantizar la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres queda sin efecto ante el poder de unos modelos culturales sesgados.
Frente a la misoginia y la discriminación de género, frente a la homofobia, el racismo y  la xenofobia es necesario consolidar políticas de igualdad y tomar medidas específicas para evitar que, las mujeres y todos los colectivos susceptibles de sufrir discriminación,  se vean relegados al paro o a la economía sumergida. Para combatir cualquier tipo de discriminación es necesario defender también los derechos de los trabajadores extranjeros y asegurar el respeto jurídico a la dignidad las personas.
Los medios de comunicación tienen la responsabilidad de difundir el trabajo científico y artístico de las mujeres y darles la visibilidad que merecen. Y, como se recogía hace unos días en una reunión de periodistas para hablar del tratamiento informativo de la violencia contra las mujeres, los medios de comunicación han de cuidar el lenguaje porque este no es inocente y tiende a representar el mundo simbólico dominante.
La desigualdad entre los seres humanos, en cualquier ámbito que se produzca, constituye un grave déficit democrático. No existe verdadera democracia sin una distribución equilibrada del poder y de la riqueza
En Europa germinó la idea de que los medios audiovisuales son demasiado poderosos como para dejarlos exclusivamente en manos de intereses privados. La necesidad de unos medios públicos sujetos a rigurosos controles de calidad y lo suficientemente potentes como para ser referentes en el ámbito de la comunicación audiovisual, parte de la conciencia de que a través de la radio y la televisión no solo se transmiten noticias y entretenimiento, sino también actitudes, emociones, sentimientos, prejuicios y estados de ánimo que contribuyen a conformar la opinión de la sociedad. Todo ese poder no puede depender en exclusiva de las leyes de la oferta y la demanda.
La noción de “servicio público” aplicada a los medios de comunicación es un logro de las sociedades europeas y se inscribe en el marco ideológico que sustentó la construcción del llamado “Estado del Bienestar”. No es de sorprender por tanto que desde el mundo ultraliberal, los medios de comunicación públicos hayan sido siempre objeto de furibundos ataques.
Como han demostrado algunos de los mejores economistas y pensadores mundiales, la desigualdad ha generado la crisis económica que seguimos padeciendo, y la crisis ha producido aún más desigualdad. Para evitar nuevas crisis en el futuro hay que luchar en primer lugar contra todas las expresiones de la desigualdad. En el ámbito de la cultura y la comunicación esto requiere la intervención del Estado para garantizar la igualdad en el acceso a la información, la educación, el patrimonio cultural y la promoción de las capacidades creativas.
La igualdad pasa por garantizar el trabajo decente que proporcione a mujeres y hombres salarios dignos y suficientes, la protección social adecuada, y el respeto a sus derechos laborales y sindicales –muy en particular los derechos de huelga y negociación colectiva, hoy amenazados- como fundamentos de un crecimiento económico sostenible.
Así mismo, son necesarias reformas fiscales que garanticen la equidad, la solidaridad fiscal y una mayor contribución de los que más tienen, para que el Estado pueda aumentar sus prestaciones sociales y ejercer como un potente impulsor de la actividad económica. La lucha contra el fraude fiscal y la erradicación de los paraísos fiscales tendrían que ser prioridades de Estado y de la Unión Europea.
Una alternativa de progreso para superar la crisis tiene que basarse también en un nuevo modelo productivo que tenga como pilares la educación, el conocimiento y la cultura; la investigación y la innovación; y la industria. Un nuevo modelo que entierre el basado en la especulación financiera e inmobiliaria que nos llevó a la gran crisis.
Los valores culturales no son ideales utópicos trasnochados, sino la mejor muestra del avance de la humanidad en la construcción de estructuras sociales asentadas en el concepto de la igualdad. El futuro será el de la igualdad entre todos los seres humanos o no será.

 DIEZ PROPUESTAS
1.- Cultura, educación, ciencia e investigación tienen que convertirse en campos prioritarios de inversión de las políticas presupuestarias de las Administraciones Públicas, que tienen que coordinar y articular sus intervenciones estos campos, de modo que la Administración Central compense las desigualdades territoriales.
2.- Promover y facilitar la inversión en las industrias audiovisuales y culturales para conseguir el desarrollo de sectores estratégicos sin los cuales no es posible plantearse una civilización con futuro.
3.- Rebajar el IVA cultural a los niveles de los países de nuestro entorno con el fin de  facilitar  el acceso a la oferta cultural y poner fin a la grave situación que atraviesa el sector y que dicha subida ha contribuido a agravar.
4.- Promover una reforma fiscal integral encaminada a conseguir la equidad, la solidaridad y una mayor contribución de los que más tienen, y que garantice la suficiencia de los ingresos del Estado para que pueda aumentar establecer un sistema avanzado des prestaciones sociales y ejercer de un potente impulsor de la actividad económica.
5.- Actuar desde todas las instancias posibles, empezando lógicamente en el campo sindical, para reducir sustancialmente la precariedad en el empleo y procurar el establecimiento de salarios dignos en los distintos sectores de la comunicación y la cultura.
6.- Garantizar el derecho de la ciudadanía a una información veraz, plural y de calidad. La existencia de unos medios de comunicación públicos son una garantía de este derecho pero para ello se requiere que todas las Administraciones Públicas de las que dependen establezcan en sus estatutos los principios y sistemas de control que preserven su independencia, pluralidad y profesionalidad.
7.- Promover el respeto a la libertad de expresión como uno de los derechos democráticos fundamentales. Combatir con energía todas las amenazas que se ciernen contra ella, tanto por parte de los poderes públicos como de agentes no estatales.
8.- Desarrollar un programa permanente y campañas específicas contra el racismo, la xenofobia y la misoginia en los ámbitos de la educación, la comunicación y la cultura. Visualizar en ellas las relaciones existentes entre esta lucha y las actitudes y medidas que defienden los derechos de las trabajadoras y los trabajadores, incluidos los extranjeros,  y el respeto jurídico a la dignidad de las personas.
9.- Vigilar el cumplimiento de lo previsto en la Ley de Igualdad en lo que se refiere a la oferta cultural de creadores y creadoras, científicos y científicas; y al acceso a los puestos de decisión, a la promoción profesional y a los premios en las ciencias y las artes, de modo que la selección se haga mediante criterios objetivos, con voluntad de respetar la igualdad de oportunidades.
10.- Promover el establecimiento de vínculos fuertes entre medios de comunicación, instituciones culturales y organizaciones de la cultura, y el sistema educativo y sus centros en todos sus niveles, para promover la formación artística y cultural de niños y niñas y jóvenes, para dar a las obras y logros de artistas, creadores y creadoras, científicas y científicos toda la visibilidad que merecen, y para contribuir a promover la cultura y el arte entre toda la ciudadanía.
24 de noviembre de 2015