jueves, 16 de abril de 2020

La hipocresía y el cinismo extremos del Gobierno de Holanda
Comentario del artículo de Joaquín Arriola, profesor de economía aplicada de la UPV/EHU
Publicado en Noticias de Guipuzkoa: https://bit.ly/2VwqGeF

Muy interesante artículo de Joaquín Arriola, compañero de fatigas en los orígenes del sindicalismo de clase en la enseñanza. Deshace uno de los mitos de los ideólogos del ordoliberalismo y de la ahorradora Europa del Centro y del Norte. Holanda tiene más deuda pública y privada que España o Italia. Ha transferido buena parte de su deuda pública a deuda privada. Por ejemplo, privatizando la mayoría de su sistema de pensiones.

El examen de los diferenciales de la deuda pública de los países europeos ayuda a comprender la razón principal de la oposición radical de Holanda a los eurobonos: sus fondos de pensiones y de inversión quieren seguir comprando bonos de deuda pública italianos, españoles, portugueses y griegos, porque son seguros, al ser respaldados por el BCE, y pagan tipos de interés positivos. Son rentables y cuanto más paguemos las naciones del Sur más rentables serán. Los bonos alemanes, holandeses, danese o suecos se emiten con tipos de interés negativos. Con ellos se pierde dinero de entrada. Y si los planes de la UE contra la pandemia y por la reconstrucción de las economías europeas se pagasen con eurobonos, esta deuda tendría un tipo de interés en torno al cero por ciento. Mientra que al día de hoy (16/04/2020) comprar bonos de los Estados del Sur de la UE significa recibir un tipo de interés del 2,09% (Grecia), 1,82% (Italia), 0,94% (Portugal) y 0,81% (España). Y con la garantía del BCE. Excepto los bonos de deuda de los EE UU no hay nada en los mercados que combine tata seguridad y rentabilidad.

Por eso, por puro egoísmo nacionalista quieren los holandeses (respaldados por Alemania y otros) que no haya coronabonos. Para que los contribuyentes de los países del Sur les sigamos haciendo rentables sus fondos de pensiones y de inversión. Y pretenden, además, seguir siendo el principal paraísos fiscal europeo que drena miles de millones de euros cada año a los tesoros públicos de los países europeos (unos 1.800 millones de euros al año al español, según OXFAM) y poder seguir bloqueando, con su veto en el Consejo, todas las iniciativas de la Comisión Europea para poner algún freno a esta inadmisible competencia fiscal desleal que practican. 

Y, por si esto no bastara, mantienen un sistemático superávit excesivo de su balanza por cuanta corriente (mercancías, servicios y capital), con unas cifras descomunales de entre el 10% y el 12,5% del PIB al año, sin que se les haya reclamado nunca el reducirlo como exigiría el propio Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Alimentado por los flujos de capital que acuden a las decenas de miles de empresas fantasma ("phantom companies" o "shell companies") sin actividad económica alguna, radicadas en Holanda, para canalizar los flujos de capital procedentes de la elusión fiscal y de la evasión fiscal que sufrimos los países del Sur de Europa entre otros. Según se ha publicado en la revista del FMI "Finance and Development" (junio de 2018 y septiembre de 2019) por las empresas fantasma con sede en Holanda pasan 3,5 billones de dólares -casi tres veces el PIB de Holanda) del total de 15 billones que suponen los flujos de Inversión Extranjera Directa (el 40% del total mundial de la misma) que no son tales sino flujos procedentes de la elusión fiscal, el fraude fiscal y el blanqueo de capitales.

Y a pesar de los bien documentados hechos que acabo de resumir apresuradamente y que implican una inaceptable o ilegítima, cuando no ilegal, suma de situaciones y actuaciones que suponen que por diferentes vías se está produciendo una importante transferencia de recursos de los países del Sur hacia los países del Centro y del Norte, y muy especialmente a Holanda, tenemos que aguantar que su ministro de finanzas, el inefable Wopke Hoekstra, nos critique con un tono de insoportable moralina calvinista por no haber sabido ahorrar durante los últimos años de crecimiento. Le ha faltado añadir lo que se atrevió a decir su antecesor, el también impresentable Jeroen Dijsselbloem: que la gente de Sur de Europa "nos lo gastamos en vino y mujeres". 

Por eso hay que decir con todas las fuerzas ¡Basta Ya! no sólo a tanta insolidaridad y egoísmo, absolutamente incompatibles con la pertenència a una asociación de Estados como es el de la Unión Europea, sino también a unos niveles de hipocresía y cinismo insoportables. Siempre nos quedará ... el primer ministro portugués, nuestro admirado Antonio Costa para decirlo con una sola palabra: ¡REPUGNANTE!