jueves, 20 de febrero de 2014

Túnez: ¿Una transición “a la española”?

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JAVIER DOZActualizado 20/02/2014 a las 00:24


El pasado 10 de febrero estuvo en Madrid el ex-primer ministro de Túnez, Hamadi Yabali. Participó junto con Bernardino León, y presentados por Eduardo Madina, en un debate organizado por Nueva Economía Forum. Los medios de comunicación resaltaron más el implícito apoyo de Bernardino León a la candidatura de Madina para dirigir el PSOE que lo que dijeron ambos conferenciantes sobre la situación tunecina y de los países de la ribera sur del Mediterráneo. Y sin embargo, ambos dijeron cosas interesantes. Sólo me referiré a algunas de las afirmaciones del ex-premier tunecino y a la reflexión que me provocaron. 

Pero primero, unas breves informaciones que sirvan de contexto. Tras dirigir durante año y medio el gobierno de la coalición formada en torno a su partido, el islamista Ennahda (Partido del Renacimiento), vencedor de las elecciones legislativas y presidenciales que se celebraron el 23 de junio de 2012, Hamadi Yabali dimitió el 19 de febrero de 2013, en contra de la opinión de su partido. Trece días antes había sido asesinado Chokri Belaid, uno de los líderes históricos de la izquierda tunecina. Yabali logró imponer a Ennahda su criterio de que debía de formarse un gobierno de transición técnico y apostar por alcanzar un consenso constitucional con la oposición laica y de izquierdas. Su objetivo se alcanzó el pasado 27 de enero cuando 200 de los 216 diputados de la Asamblea Nacional votaron “sí” a una constitución de consenso fruto de muy largos debates, y que tuvo que sortear muchos obstáculos, entre ellos el del recrudecimiento de la violencia política.

Pero la violencia que se cobró la vida de otro político de izquierdas, Mohamed Brahmi, en julio de 2013, y que ha llevado a grupos radicales salafistas del entorno de Al Qaeda a establecer una guerrilla en las montañas fronterizas con Argelia, o a batallar con la policía en zonas urbanas, no ha logrado su propósito de desestabilizar políticamente al país. Por el contrario, puede haber empujado a las fuerzas políticas tunecinas a dejar de lado las diferencias y evitar que Túnez se deslice a situaciones como la egipcia o la libia, por no hablar de la trágica guerra civil siria cuya dictadura todavía no ha caído. En Madrid, Hamadi Yabali dejó claro que él y los demás políticos tunecinos forjadores del consenso constitucional quisieron evitar a toda costa los enfrentamientos y la violencia política de sus vecinos que les ha llevado a situaciones de difícil salida.

Varias menciones hizo Yabali a Egipto. Se distanció de los Hermanos Musulmanes subrayando la necesidad de evitar la exclusión política y social, al tiempo que recordó a los gobiernos occidentales, muy acertadamente, que no volvieran a resolver el dilema entre seguridad y libertad del mismo modo que lo habían hecho, antes de las revoluciones árabes, apoyando a todas las dictaduras de la región. Y que eso era lo que estaban haciendo al refrendar el golpe de Estado del general Abdul Fatah al-Sisi. 

Escuchando a Yabali se confirmó mi impresión de que lo que está viviendo Egipto desde julio del pasado año ha tenido una influencia decisiva en hacer que Ennahda renunciara finalmente a la mayoría de sus pretensiones. Ha renunciado a impregnar de islamismo el nuevo texto constitucional y ha aceptado una Constitución básicamente laica y avanzada en comparación con las que tienen los demás países árabes o de mayoría de población musulmana. Yabali sostuvo la necesidad de prolongar el consenso político durante los próximos años para levantar la economía del país y luchar contra la otra exclusión, la social. Implícitamente se postuló como candidato no partidista a la presidencia de la República en las próximas elecciones.

Sólo de pasada se refirió al positivo papel de la Unión General de Trabajadores de Túnez (UGTT) en la construcción del consenso constitucional. Este papel, en el que la central sindical ha puesto muchísima energía y muchos recursos humanos, ha sido muy importante. Algunos analistas lo han definido como decisivo para que se lograra el acuerdo constitucional. En varios momentos han actuado conjuntamente con la patronal tunecina presionando a los diputados para que aprobaran una Constitución que pudiese ser votada por una gran mayoría de la Asamblea Nacional. La participación de la UGTT y de otras organizaciones de la sociedad civil ha sido muy activa, realizando propuestas concretas en la línea de preservar el laicismo heredero de los valores fundacionales de la República de Túnez tras su independencia en 1957 -de la mano del Néo Destour liderado por Habib Burguiba- y de ampliar la garantía de los derechos políticos y humanos, en particular de los derechos de la mujer.

Papel ambiguo y contradictorio

El papel de la UGTT bajo la dictadura de Ben Alí fue ambiguo y contradictorio. En la base era refugio y ámbito de acción semiclandestina de la izquierda y los islamistas perseguidos por su régimen. Sin embargo, la mayoría de su cúpula, dirigida por Abdessalem Jerad, secretario general de 2000 a 2011, se comportó como dócil colaboradora del régimen de Ben Alí. Pero, a diferencia del papel jugado por la central única de Egipto, ETUF, bajo la dictadura (una estructura más del poder del régimen), la UGTT había protagonizado, tanto bajo el Burguiba dictador como bajo Ben Alí, momentos puntuales de fuertes enfrentamientos con el poder, incluidas sangrientas huelgas generales. Durante el proceso revolucionario que se inició el 17 de diciembre de 2010, con el asesinato de Mohamed Bouzizi en Sidi Bouzid, y culminó el 14 de enero de 2011, cuando Ben Ali huyó a Arabia Saudí, las federaciones de la UGTT, algunas de las cuales ya habían protagonizado huelgas locales en los dos años anteriores, fueron incorporándose progresivamente al movimiento popular espontáneo hasta culminar en la convocatoria de la Huelga General del 12 de enero en la Región de Túnez. La impresionante manifestación que esta huelga generó en las calles de la capital dio la puntilla al régimen de Ben Ali.

La actual UGTT, dirigida por Husein Al-Abbassi, a la que algunos han criticado por meterse en política y no dedicarse a las funciones estrictamente sindicales, ha contribuido en una medida importante a un gran acuerdo nacional sobre bases inequívocamente democráticas que debería facilitar el camino para salir de una situación económica y social muy difícil. Esperemos que esta vez con la cooperación, tantas veces pregonada como pocas realizada, de la Unión Europea

Hoy, desde diversos sectores de la izquierda se está cuestionando el consenso de la transición política española plasmado en la Constitución de 1978. Puedo compartir algún aspecto de esas críticas. Pero, salvando las distancias y las diferencias, a la luz de lo que está pasando en la transición tunecina y en los demás procesos que vive el mundo árabe, creo que hay que reafirmar el valor del consenso en la transición española a la democracia. Reconocer su valor no significa, en absoluto, aceptar el inmovilismo constitucional que practica hoy el gobierno del PP y que nos puede llevar a situaciones muy críticas. Por el contrario, el mejor servicio que se puede hacer a la Constitución Española, que sigue siendo válida en muchos aspectos, es demostrar que también sirve para su propia reforma en aquellos otros aspectos que lo necesitan, uno de los cuales es, sin duda, el modelo de Estado.

El referente español

Desde mi experiencia personal puedo afirmar que en los medios políticos, sindicales y de la sociedad civil tunecina se ha tenido muy presente la transición política española. Por supuesto hay una diferencia fundamental. En España, el pacto se dio entre las fuerzas del régimen dictatorial y las de la oposición democrática. En Túnez, una revolución derribó la dictadura y la confrontación posterior, superada por el consenso constitucional se ha dado entre islamistas y laicos, ambos opositores de Ben Alí. Pero el elemento común de ambas transiciones, el más importante, es el compromiso entre fuerzas políticas y sociales opuestas para evitar una confrontación violenta y encontrar soluciones, si es posible comunes, a una grave crisis económica y social.

Tuve ocasión de visitar Túnez varias veces en los meses posteriores a la Revolución del 12 de enero, por mi actividad como secretario de internacional de CC OO. Comprobé allí que existía una sociedad civil, más o menos organizada, que había florecido incluso bajo la dictadura y actuado bajo la misma, a pesar de la persecución sufrida. Seguramente más que en cualquier otro país árabe. Esto puede explicar en buena medida el mucho mejor rumbo del proceso tunecino respecto al de los demás países árabes. Los sindicalistas, los abogados y jueces, las feministas, los periodistas y los políticos con los que me entrevisté, las opiniones que escuché en diversos debates, coincidían tanto en su gran interés en conocer con detalle como había sido la transición española como en desear para Túnez una "transición a la española". 

Parece que pueden tenerla. Deseemos que eviten nuestros errores.

martes, 18 de febrero de 2014

¿Es posible que Alejandro Cercas no repita?

Acabo de leer con sorpresa que es posible que el eurodiputado socialista español Alejandro Cercas no vuelva a ser candidato en las listas de su partido para las elecciones europeas del próximo mes de mayo.Y que no lo sería no por voluntad propia sino porque podría no ser propuesto.

Por mi trabajo como sindicalista sigo desde hace catorce años los asuntos europeos y creo que puedo afirmar con fundamento que Alejandro Cercas es uno de los eurodiputados que más ha trabajado en el Parlamento Europeo, que tiene una mayor proyección pública por su actividad y que siempre ha defendido firmemente los derechos de los trabajadores y las posiciones de izquierda. No exagero al afirmar que esta opinión es compartida por todos los sindicalistas de la Confederación Europea de Sindicatos que siguen las actividades del Parlamento Europeo.

Mencionaré sólo dos de los más importantes temas en los que ha sido ponente del correspondiente dictamen parlamentario. El primero, el que logró paralizar la reforma de la Directiva sobre el tiempo de trabajo, aquel proyecto que pretendía, entre otras monstruosidades, establecer una jornada máxima de 60 horas semanales (y flexible al alza). El segundo, y muy reciente, el del informe sobre las consecuencias sociales de las medidas impuestas por la troika a los países "rescatados" (Grecia, Irlanda, Portugal y Chipre). Alejandro Cercas ha logrado que la Comisión de Empleo y Asuntos Sociales apruebe un informe muy crítico sobre las terribles consecuencias sociales y en el empleo que las políticas de la troika han producido, cuestionando claramente la validez de las mismas; y que sea votado por amplia mayoría incluidos los diputados populares europeos.

¿Cómo es posible que un eurodiputado con un curriculum de trabajo como el de Cercas pudiera no ser considerado un candidato idóneo? Confío en que sea un rumor infundado aparecido en algunos medios de comunicación y que Alfredo Pérez Rubalcaba y Elena Valenciano, que son personas inteligentes, hagan que Alejandro Cercas sea candidato en las europeas. Mal casaría lo contrario con la imagen de izquierdas que los portavoces del PSOE afirman querer dar a su campaña.


viernes, 14 de febrero de 2014

Túnez: ¿Una transición "a la española"? El papel de la UGTT


El pasado 10 de enero estuvo en Madrid el ex-primer ministro de Túnez, Hamadi Yabali. Participó junto con Bernardino León, y presentados por Eduardo Madina, en un debate organizado por Nueva Economía Forum. Los medios de comunicación resaltaron más el implícito apoyo de Bernardino León a la candidatura de Madina para dirigir el PSOE que lo que dijeron ambos conferenciantes sobre la situación tunecina y de los países de la ribera sur del Mediterráneo. Y sin embargo, los dos conferenciantes dijeron cosas interesantes. Sólo me referiré a  algunas de las afirmaciones del ex-premier tunecino y a la reflexión que me provocaron.

Pero primero, unas breves informaciones que sirvan de contexto. Tras dirigir durante año y medio el gobierno de la coalición formada en torno a su partido, el islamista Ennahda (Partido del Renacimiento), vencedor de las elecciones legislativas y presidenciales que se celebraron el 23 de junio de 2012, Hamadi Yabali dimitió el 19 de febrero de 2013, en contra de la opinión de su partido. Trece días antes había sido asesinado  Chokri Belaid, uno de los líderes históricos de la izquierda tunecina. Yabali logró imponer a Ennahda su criterio de que debía de formarse un gobierno de transición técnico y apostar por alcanzar un consenso constitucional con la oposición laica y de izquierdas. Su objetivo se alcanzó el pasado 27 de enero cuando 200 de los 216 diputados de la Asamblea Nacional votaron “sí” a una constitución de consenso fruto de muy largos debates, y que tuvo que sortear muchos obstáculos, entre ellos el del recrudecimiento de la violencia política.

Pero la violencia que se cobró la vida de otro político de izquierdas, Mohamed Brahmi, en julio de 2013, y que ha llevado a grupos radicales salafistas del entorno de Al Qaeda a establecer una guerrilla en las montañas fronterizas con Argelia, o a batallar con la policía en zonas urbanas, no ha logrado su propósito de desestabilizar políticamente al país. Por el contrario, puede haber empujado a las fuerzas políticas tunecinas a dejar de lado las diferencias y evitar que Túnez se deslice a situaciones como la egipcia o la libia, por no hablar de la trágica guerra civil siria cuya dictadura todavía no ha caído.

En Madrid, Hamadi Yabali dejó claro que él y los demás políticos tunecinos forjadores del consenso constitucional quisieron evitar a toda costa los enfrentamientos y la violencia política  de sus vecinos que les ha llevado a situaciones de difícil salida.

Varias menciones hizo Yabali a Egipto. Se distanció de los Hermanos Musulmanes subrayando la necesidad de evitar la exclusión política y social, al tiempo que recordó, muy acertadamente, a los gobiernos occidentales que no volvieran a resolver el dilema entre seguridad y libertad del mismo modo que lo habían hecho, antes de las revoluciones árabes, apoyando a todas las dictaduras de la región. Y que eso era lo que estaban haciendo al refrendar el golpe de Estado del general Abdul Fatah al-Sisi.

Escuchando a Yabali se confirmó mi impresión de que lo que está viviendo Egipto desde julio del pasado año ha tenido una influencia decisiva en hacer que Ennahda renunciara finalmente a la mayoría de sus pretensiones. Ha renunciado a impregnar de islamismo el nuevo texto constitucional y ha aceptado una Constitución básicamente laica y avanzada en comparación con las que tienen los demás países árabes o de mayoría de población musulmana.

Yabali sostuvo la necesidad de prolongar el consenso político durante los próximos años para levantar la economía del país y luchar contra la otra exclusión, la social. Implícitamente se postuló como candidato no partidista  a la presidencia de la República en las próximas elecciones.

Sólo de pasada se refirió al positivo papel de la Unión General de Trabajadores de Túnez (UGTT) en la construcción del consenso constitucional. Este papel, en el que la central sindical ha puesto muchísima energía y muchos recursos humanos, ha sido muy importante. Algunos analistas lo han definido como decisivo para que se lograra el acuerdo constitucional. En varios momentos han actuado conjuntamente con la patronal tunecina presionando a los diputados para que aprobaran una Constitución que pudiese ser votada por una gran mayoría de la Asamblea Nacional. La participación de la UGTT y de otras organizaciones de la sociedad civil ha sido muy activa, realizando propuestas concretas en la línea de preservar el laicismo heredero de los valores fundacionales de la República de Túnez tras su independencia en 1957 -de la mano del Néo Destour liderado por Habib Burguiba- y de ampliar la garantía de los derechos políticos y humanos, en particular de los derechos de la mujer.

El papel de la UGTT bajo la dictadura de Ben Alí fue ambiguo y contradictorio. En la base era refugio y ámbito de acción semiclandestina de la izquierda y los islamistas perseguidos por su régimen. Sin embargo, la mayoría de su cúpula, dirigida por Abdessalem Jerad, secretario general de 2000 a 2011, se comportó como dócil colaboradora del régimen de Ben Alí. Pero, a diferencia del papel jugado por la central única de Egipto, ETUF, bajo la dictadura (una estructura más del poder del régimen), la UGTT había protagonizado, tanto bajo el Burguiba dictador como bajo Ben Alí, momentos puntuales de fuertes enfrentamientos con el poder, incluidas sangrientas huelgas generales. Durante el proceso revolucionario que se inició el 17 de diciembre de 2010, con el asesinato de Mohamed Bouzizi en Sidi Bouzid, y culminó el 14 de enero de 2011, cuando Ben Ali huyó a Arabia Saudí, las federaciones de la UGTT, algunas de las cuales ya habían protagonizado huelgas locales en los dos años anteriores, fueron incorporándose progresivamente al movimiento popular espontáneo hasta culminar en la convocatoria de la Huelga General del 12 de enero en la Región de Túnez. La impresionante manifestación que esta huelga generó en las calles de la capital dio la puntilla al régimen de Ben Ali.

La actual UGTT, dirigida por Husein Al-Abbassi, a la que algunos han criticado por meterse en política y no dedicarse a las funciones estrictamente sindicales, ha contribuido en una medida importante a un gran acuerdo nacional sobre bases inequívocamente democráticas que debería facilitar el camino para salir de una situación económica y social muy difícil. Esperemos que esta vez con la cooperación, tantas veces pregonada como pocas realizada, de la Unión Europea.

Hoy, desde diversos sectores de la izquierda se está cuestionando el consenso de la transición política española plasmado en la Constitución de 1978. Puedo compartir algún aspecto de esas críticas. Pero, salvando las distancias y las diferencias, a la luz de lo que está pasando en la transición tunecina y en los demás procesos que vive el mundo árabe, creo que hay que reafirmar el valor del consenso en la transición española a la democracia. Reconocer su valor no significa, en absoluto, aceptar el inmovilismo constitucional que practica hoy el gobierno del PP y que nos puede llevar a situaciones muy críticas. Por el contrario, el mejor servicio que se puede hacer a la Constitución Española, que sigue siendo válida en muchos aspectos, es demostrar que también sirve para su propia reforma en aquellos otros aspectos que lo necesitan, uno de los cuales es, sin duda, el modelo de Estado.

Desde mi experiencia personal puedo afirmar que en los medios políticos, sindicales y de la sociedad civil tunecina se ha tenido muy presente la transición política  española. Por supuesto hay una diferencia fundamental. En España, el pacto se dio entre las fuerzas del régimen dictatorial y las de la oposición democrática. En Túnez, una revolución derribó la dictadura y la confrontación posterior, superada por el consenso constitucional se ha dado entre islamistas y laicos, ambos opositores de Ben Alí. Pero el elemento común de ambas transiciones, el más importante, es el compromiso entre fuerzas políticas y sociales opuestas para evitar una confrontación violenta y encontrar soluciones, si es posible comunes, a un agrave crisis económica y social.

Tuve ocasión de visitar Túnez varias veces en los meses posteriores a la Revolución del 12 de enero, por mi actividad como secretario de internacional de CC OO. Comprobé allí existía sociedad civil, más o menos organizada, que había florecido incluso bajo la dictadura y actuado bajo la misma, a pesar de la persecución sufrida. Seguramente más que en cualquier otro país árabe. Esto puede explicar en buena medida el mucho mejor rumbo del proceso tunecino respecto al de los demás países árabes. Los sindicalistas, los abogados y jueces, las feministas, los periodistas y los políticos con los que me entrevisté, las opiniones que escuché en diversos debates, coincidían tanto en su gran interés en conocer con detalle como había sido la transición española como en desear para Túnez una "transición a la española".

Parece que pueden tenerla. Deseemos que eviten nuestros errores.


martes, 4 de febrero de 2014

Convención del PP de Valladolid: palabras huecas y espíritu de secta

Los niveles de pobreza del discurso político en España -y no sólo en nuestro país- son cada vez más alarmantes. Lo comprobamos en los debates parlamentarios, en las campañas electorales, en los congresos y convenciones,...

En lugar de hablar de los problemas que tiene la gente, de debatir sobre diagnósticos y soluciones a problemas que son complejos y que por lo tanto no se pueden despachar con meros eslóganes propagandísticos, los actos políticos con proyección mediática se van reduciendo cada vez más a una sucesión monocorde de discursos vacíos o con muy escaso contenido, repletos eso sí de palabras más rimbombantes que efectistas y casi siempre huecas, de autobombo y sectarismo hacia el adversario político. 

Jamás se reconocen los errores, y si se tiene que hacer frente a acusaciones graves, por ejemplo de corrupción, se acude sistemáticamente a la táctica del calamar, al "y tú más". Nunca se asumen responsabilidades, todo lo más propósitos de la enmienda para el futuro, pero como no se reconoce la culpa, lo cual es una contradicción en sus propios términos, carecen de toda credibilidad.

La Convención que el PP ha celebrado en Valladolid el pasado fin de semana ha alcanzado cotas muy elevadas de todo esto. 

El mejor muestrario del peor discurso político lo ofrecieron Rajoy y Cospedal, los números uno y dos del partido. 

Rajoy alcanzó su particular cumbre cuando se atrevió a mandar callar a Rubalcaba, tuteándole de modo irrespetuoso, nada menos que por no reconocer todo lo que había hecho el Gobierno para salir de la crisis. Lo hizo utilizando de forma burda la identificación entre el esfuerzo de todos los españoles y la labor del Gobierno, como si fueran la misma cosa. Su actitud en este ataque a Rubalcaba fue una lamentable y preocupante conjunción de sectarismo y de autoritarismo; y de ignorancia en el diagnóstico de lo que nos está pasando.

Difícilmente van a pensar que se ha salido de la crisis, o que se está ya en la rampa de salida, los casi seis millones de parados, los 13 millones de pobres, los 3 millones de personas que viven en la pobreza severa, los que han visto reducido sus salarios, sus pensiones y sus prestaciones sociales, etc., es decir la gran mayoría de la población española. Y mucho menos aún que esto se ha hecho "con el esfuerzo de todos" [con el de los que más tienen ha llegado a decir el inefable Carlos Floriano] cuando saben, o intuyen y acabarán sabiéndolo, que la desigualdad se ha disparado en España hasta colocarnos en el segundo país más desigual de  Europa, sólo por debajo de Letonia, que los beneficios de las grandes empresas se han multiplicado, que las retribuciones de sus directivos han subido fuertemente, o que 20 personas (sí, sólo veinte) ganan más que el 20 % de los españoles, que son 9,6 millones de personas.

María Dolores de Cospedal sentó a su lado y al de los líderes del PP a su marido, Ignacio López del Hierro, acusado de prácticas corruptas en sus negocios. Insólito gesto de soberbia y de desprecio a una ciudadanía asqueada por la corrupción hasta el punto de que en la reciente encuesta promovida por la Comisión Europea, el 95 % de los españoles considera que existe una corrupción generalizada. También en esto, lamentablemente, estamos a la cabeza de Europa.

La secretaria general del PP nos deparó dos muestras supremas de esa nefasta combinación, tan habitual en los discursos políticos que padecemos los españoles, de patrioterismo de partido barato con sectarismo que envuelven a la nada. A la "nada" se refirió precisamente doña Dolores de Cospedal afirmando que en España, políticamente hablando, más allá del PP está la nada. Como en lugar de bochorno percibió fervor entre los asistentes lo remachó diciendo que lo que distingue al PP es que es el único partido que ama a España. Y se quedó tan fresca y ufana.

Palabras huecas, discursos vacíos,...Así es el discurso político de nuestro país en demasiadas ocasiones. Continuar así cuando se conoce la abrumadora desconfianza y creciente hostilidad del pueblo español hacia los políticos es sencillamente suicida


lunes, 3 de febrero de 2014

Crónica sociolaboral de enero de 2014


Esta crónica ha sido publicada en el número 58, de febrero de 2013, de la Revista de Estudios y Cultura de la Fundación 1º de Mayo 

Javier Doz

El 27 de enero fue un gran día para la sanidad pública y la política española. Tras conocerse que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid rechazaba el recurso del gobierno de la Comunidad y mantenía la suspensión cautelar de la privatización de seis zonas sanitarias y sus correspondientes hospitales, el presidente Ignacio González anunció que retiraba el proyecto y que el consejero Lasquetty dimitía. Ha sido una victoria en toda regla de una impresionante movilización de los trabajadores de la sanidad pública apoyados por la mayoría de la población madrileña. La “marea blanca” ha utilizado con una gran constancia, todas las formas de acción a su alcance: huelgas, manifestaciones, acciones de comunicación y recursos jurídicos. CC OO ha participado activamente en la movilización, más de lo que se ha contado, aunque los elementos esenciales de la “marea blanca” son para mí su carácter unitario, forjado en un método asambleario desde los centros de trabajo, y la implicación muy activa y masiva en él de los médicos.
Diez días antes, el 17 de enero, el alcalde de Burgos, Javier Lacalle, también se rendía ante la movilización popular de los vecinos del barrio de Gamonal que no quería gastos millonarios en una operación urbanística de “escaparate”, cuando no hay dinero para los servicios sociales básicos. Y menos aún, cuando el beneficiario en la adjudicación de las obras era Méndez Pozo, gran empresario de la construcción con mucha influencia política en las dos Castillas, condenado por corrupción e indultado por Aznar para que pudiera seguir ejerciendo su poder.
Las victorias de la sanidad madrileña y de los vecinos de Gamonal vinieron precedidas por la de la huelga indefinida de los trabajadores de la limpieza urbana de Madrid. Hacían falta tras mucho tiempo sin logros concretos. Las tres tienen que ser motivo de reflexión para la mejor organización de las movilizaciones sindicales y sociales.
Los días 3 y 23 se conocían las cifras del paro registrado de diciembre y de la EPA del 4º trimestre que hacen el balance del empleo en el año 2013. Las cifras fueron objeto de controversia. Hacia finales de año parece que se tocó fondo en la destrucción de empleo aunque en el conjunto del mismo siguió produciéndose. Según la EPA: 198.900 ocupados menos, 124.400 en el sector público. El descenso de los parados (-69.000) se debió a la disminución de la población activa por lo que la tasa de paro volvió a subir hasta el 26,03 %. En toral 5.696.000 personas estaban en paro al finalizar el año. Registradas en las oficinas de empleo, un millón menos: 4.701.338. ¿El futuro con las mismas políticas?: estancamiento o recuperación muy leve del empleo.
Huelgas contra despidos y grandes bajadas de sueldo han seguido produciéndose en servicios públicos externalizados: limpiezas urbanas de Alicante y Alcorcón, lavandería hospitalaria de Madrid, etc. Cierres de empresas, centros de trabajo o reestructuraciones forman una lista larga: la embotelladora de Coca-Cola, Puleva, Alstom, Fagor y Eroski, etc. La situación de estas dos últimas, empresas de la mayor cooperativa de España y Europa, Mondragón, han costado el cargo a su presidente, Txema Guisasola, el día 17.
El día 10, trascendió públicamente la decisión del Gobierno de que las retribuciones en especie cotizaran a la Seguridad Social, lo que reportaría unos ingresos adicionales de 1.000 millones de euros. La CEOE ha atacado fuertemente la medida afirmando que puede producir nuevas pérdidas de empleos.
A lo largo de todo el mes continuó la publicación de denuncias por supuestas irregularidades de UGT en el manejo de fondos públicos, en su gran mayoría en Andalucía. Sólo la elección de Carmen Castilla como nueva secretaria general de su federación andaluza tuvo una momentánea proyección positiva en los medios.
CC OO ha tomado dos decisiones importantes respecto a la transparencia financiera. El 10 de enero presentó públicamente el balance de la Comisión Ejecutiva confederal auditado externamente. Su Consejo Confederal del día 28 acordó realizar una auditoría general independiente de todas sus organizaciones. En palabras de Ignacio F. Toxo: “Como estamos bajo sospecha no vamos a mirar hacia otro lado sino hacia dentro”. Añadió que la realidad se proyectará públicamente, adelantándose a la Ley de transparencia. El Consejo también culminó los acuerdos sobre fusión de federaciones de rama por las que seis se fusionarán en tres, quedando un total de ocho.
Sobre los estragos de la crisis en el mundo y en España se han publicado dos importantes informes: Perspectivas de empleo 2014, de la OIT, y Gobernar para lás élites. Secuestro democrático y desigualdad económica, de OXFAM. Este último lo presentó la ONG en donde se reúnen cada mes de enero las élites responsables de la crisis y sus consecuencias, en Davos. Las cifras del aumento de la desigualdad son escandalosas. En el mundo, 85 personas perciben más renta que 3,750 millones. En España, 20 personas ganan 77.000 millones de euros, lo mismo que 9,3 millones. ¿Propósito de la enmienda?: ninguno real. GESTHA (inspectores de Hacienda), denunciaba el día 30 que las grandes empresas españolas tributaban el 3,5% de sus beneficios y el 80 % de las mismas tenía filiales en paraísos fiscales. Y no pasa nada. Para rematar, el FMI pide nuevas rebajas salariales para los españoles, la troika nuevos recortes sociales y laborales y Joan Rosell que los trabajadores con contrato indefinido cedan derechos para avanzar en la igualdad con los temporales [Sic]. Decididamente: no tienen vergüenza