http://euroefe.euractiv.es/5869_ideas/5667200_los-proximos-presupuestos-de-la-ue-cronica-de-una-rendicion.html
El pasado 2 de mayo, la Comisión Europea
presentó su propuesta de Marco Financiero Plurianual (MFP) de la Unión Europea para
2021-2027. Desde entonces hemos ido conociendo numerosas propuestas
legislativas sectoriales que terminan de configurar la compleja arquitectura
jurídica de los próximos presupuestos plurianuales de la UE. La Comisión prevé para
los siete años un gasto total de 1.134.583 millones de euros (constantes de
2018, en todo este artículo). Es un aumento del 5 % respecto al actual MFP
2014-2020, pero al referirse a períodos de siete años supone en realidad una
disminución respecto al volumen de la economía de la UE de 27 Estados miembros
(UE27): pasa del 1,16 %
de la Renta Nacional Bruta (RNB) al 1,11 %. Así se baja un escalón más en
un proceso que se inició en la década de los noventa, retroceso que es un nuevo
síntoma del momento de crisis política que vive la UE, crisis que parece que
nadie tiene la voluntad y capacidad de enfrentar.
Tampoco la Comisión, que en esta ocasión
se ha rendido antes de presentar combate al comprobar que, además del cada vez
más nutrido grupo de gobiernos euroescépticos, el holandés capitaneaba a doce gobiernos
que quieren que la totalidad de la aportación neta del Reino Unido a la UE (entre10.000
y 12.000 millones de euros anuales) se recorte. La Comisión, tal vez acuciada por
el razonable deseo de que el MFP se apruebe en la cumbre de la rumana ciudad de
Sibiu (9 de mayo de 2019), antes de la celebración de las elecciones europeas
(23 a 26 de mayo de 2019), decidió que más de la mitad de la aportación británica
neta (unos 80.000 millones) se recorte y la otra mitad se cubra con nuevos
recursos propios de la UE.
Pero esta renuncia es inexcusable. Con
las consecuencias sociales de la crisis vivas en muchos países, con la crisis
política europea más abierta aún y el debates sobre la reforma de la UEM y la
UE abierto y sin una perspectiva de solución clara, con una vecindad y un mundo
llenos de viejos y nuevos riesgos geopolíticos -entre ellos el ascenso electoral
de partidos nacionalistas y de extrema derecha y el surgimiento de líderes y
gobiernos autoritarios cuyas conductas chocan con los principios y valores de
la UE-, sólo unos presupuestos fuertes y
ambiciosos podrían aportar instrumentos de acción —y esperanza— a los
responsables políticos europeos ante una ciudadanía enfadada y perpleja, y en perfectas
condiciones para ser manipulada.
Hay una parte positiva de la propuesta
de la Comisión. La estructura, los elementos de flexibilidad y las sinergias
que introduce mejoran la versión vigente. También hay que reconocer que están
bien escogidas casi todas las prioridades de gasto: I+D+i, con 91.000 millones
(+31 %) para el programa Horizonte; migración y fronteras, con 30.000
millones (+210 %) –¡pero sin tener una política común!–; Erasmus +, con 26.300millones
(+93 %); e Inversiones estratégicas, con 44.400 millones (+39 %).
Hay dos programas nuevos: Fondo Europeo de Defensa, con 11.500 millones —aunque
quedan pendientes, eso sí, los límites éticos a la investigación y producción en
este sector industrial—; y el Programa de Apoyo a las Reformas, con 22.200 millones.
El problema es que el aumento en estos
ámbitos se hace a costa de severos recortes en las políticas de cohesión (-37 000
millones: -10 %) y en la Política Agrícola Común (PAC) (-60 000
millones: -15 %). Resulta inaceptable que cuando se tiene que hacer frente
a las consecuencias de la crisis en la cohesión social de muchos Estados
miembros, el Fondo de Cohesión se reduzca en un 46 %, el de Desarrollo
Regional en un 12 % y el Social Europeo en un 6 %. Y que la
nueva reforma de la PAC, muy ligada a los objetivos de preservación climática,
no vaya a poder financiarse adecuadamente.
El análisis crítico del MFP post 2020, contenido
en el Dictamen
del Comité
Económico y Social Europeo (CESE)
, que se debatió el 19 de septiembre con la asistencia del comisario Günther
Oettinger y que obtuvo una amplísima mayoría en el Pleno del CESE, se
complementa con propuestas de los representantes de la sociedad civil europea. Las
principales: los recursos deben aumentar hasta el 1,3 % de la RNB (como
pide también el Parlamento Europeo) y financiarse con recursos propios de la
UE, poniendo en marcha las propuestas impositivas del Grupo de Alto Nivel que
presidió Mario Monti (IVA, sociedades con la nueva base común consolidada, a
las multinacionales de la economía digital, a las transacciones financieras y a
las emisiones de carbono, etc.); la cohesión y la PAC deben tener recursos al
menos equivalentes a los del MFP vigente; hay que flexibilizar las condiciones
de cofinanciación de las inversiones mediante los fondos existentes para los
países con mayores problemas; debe aprobarse un programa específico para que
los Estados puedan financiar el Pilar Europeo de los Derechos Sociales (Declaración
de Gotemburgo en 2017);
son necesarias más inversiones para cerrar la gran brecha que la crisis ha
creado; y hay que priorizar todas las acciones que tiendan a impulsar los Objetivos
de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de la ONU.
Manifestar la inequívoca voluntad de
aprobar unos presupuestos ambiciosos, al servicio de los intereses de las
grandes mayorías, es más importante que aprobar unos malos presupuestos antes
de las elecciones europeas. Lo mismo cabe decir de la reforma de la UE. Los
retos y los riesgos son demasiado grandes.
19.09.2018
Consejero del CESE, por CC OO y ponente
del Dictamen ECO/460 sobre el MFP
2021-2027
del CESE
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