El
Consejo de Gobierno del BCE ha aprobado, en su reunión del 22 de enero de 2015,
el primer programa monetario de “expansión cuantitativa” (EC) (“quatitative easing”) de su historia que contempla compra masiva de
deuda pública de los Estados de la zona euro. La Reserva Federal de los EE UU ya
había iniciado este tipo de actuaciones a
finales de 2008. Los bancos de Inglaterra y Japón pronto se unieron a esta política.
Los resultados en términos de crecimiento y empleo han sido mejores (mucho mejores
en el caso de los EE UU) que los obtenidos en la zona euro de la UE. Y la inflación
sigue contenida en los tres países. La UE, por el contrario está en deflación y
con el crecimiento estancado.
Analizaré
brevemente la decisión del BCE:
- El programa ha sido cuantitativamente
más ambicioso de lo esperado: hasta 60.000 M€ durante 17 meses (de marzo de
2015 a septiembre de 2016) permitirían comprar hasta 1,02 billones de euros de
deuda. Por las palabras de Mario Draghi es revisable (al alza o a la baja) en función
de las circunstancias, ante todo en relación a cómo se avance en la consecución
del objetivo de inflación: 2% del PIB.
- La cifra de 60.000 millones sería suma
de 45.000 M€ para compras de deuda pública de los Estados y 15.000 M€ de compra
de deuda privada. En este último punto se solapará (sin sumarse) con el
programa vigente de hasta 13.000 M€ mensuales.
- Las compras se realizarán, según todos
los indicios, en el mercado secundario.
- Los mercados financieros que ya venían
anticipando el apoyo al programa de EC europeo han reaccionado con claro
optimismo. A las subidas en el mercado de renta variable se añade la caída de
los tipos de interés de las deudas soberanas. La española cuyos bonos a 10 años
cotizaban el día 21 de enero al 1,53%, cayeron el día de la decisión al 1,39%. La prima de riesgo de la deuda
española bajó de 106 puntos básicos, la víspera de la decisión, a 97. Las
bajadas de los tipos de interés de los bonos de deuda pública son generales
(incluso fuera de la zona euro y a nivel mundial). El bono alemán a diez años
también alcanza mínimos históricos: 0,44 % el día 22, y 0,37% el día 25. Por no
hablar de la deuda suiza a largo plazo: ¡-0,26 %!
- --- El tipo de cambio del euro respecto
del dólar se situó, el día 22, en 1,142. Al día siguiente bajó de golpe un 3,6%
para situarse en el 1,128. Fue la 2ª mayor caída en un día desde la creación del
euro. La devaluación del euro ha sido del 18% desde su último pico máximo de hace
unos meses. El euro ha perdido un 18% desde su último pico de máximos de hace unos
meses.
Todo
esto puede suponer un abaratamiento extremo del dinero, una mayor disponibilidad
del mismo y una definitiva pérdida de atractivo de la deuda pública para los bancos,
lo que debería traducirse –todo ello- en un aumento del crédito a empresas y
particulares (proceso que como todo el mundo sabe no es automático), con
el consiguiente incremento de la demanda
interna. El abaratamiento de la deuda pública que podría llegar, en el caso de
España, a, por lo menos, congelar la carga de la deuda en los presupuestos (en
la verosímil hipótesis de continuar necesitando emisiones de deuda nueva).También
puede promover el crecimiento económico al facilitar las exportaciones de los países
de la zona euro.
Pero
la decisión del BCE tiene también serias sombras económicas y políticas,
derivadas casi todas ellas de las concesiones que Mario Draghi ha tenido que
hacer a Ángel Merkel (la independencia del BCE siempre es relativa) para que le
autorizara el programa de EC a pesar de las grandes reticencias de la opinión
pública alemana. Y de la oposición del Bundesbank cuyo presidente, Jens
Weidmann continuó haciéndolo en el Consejo de Gobierno del BCE, a pesar de
dichas concesiones.
Los
aspectos negativos y las insuficiencias del acuerdo del BCE son:
- Se comprará deuda en función del peso
de cada país en el Eurosistema. No hay ninguna prima a los Estados con mayor
necesidad. El programa podría permitir a España la compra de hasta 7.800 M€
mensuales durante su vigencia.
- El BCE sólo garantizará el 20% de lo
comprado en caso de que la operación generara finalmente pérdidas (hipótesis
muy probable). El 80% lo harán los bancos centrales de cada país. Aunque
algunos dirán que es un avance hacia la mutualización de la deuda y la creación
de eurobonos, a estas alturas es un avance insuficiente. Porque no puede
continuar, por más tiempo, la negativa a establecer las condiciones que debe
reunir cualquier unión monetaria y una de ellas, imprescindible, es que el
banco emisor garantice todas sus emisiones y compras. Es una mala señal
política que expresa la falta de voluntad de construir una auténtica Unión
Monetaria. También se disculpa esta condición -inequívocamente alemana- diciendo
que, en última instancia, si los bancos centrales nacionales fueran a quebrar
por no poder hacer frente a las pérdidas ocasionadas por garantizar 4/5 de las
compras, el BCE terminaría por asumir las pérdidas. De nuevo estaríamos en el
escenario de hipotéticas decisiones de salvamento tomadas al borde del abismo,
después de haber producido todo tipo de destrozos económicos y sociales, a las
que nos tiene tan acostumbrados la gobernanza de la UE. Escenario que habría que erradicar en lugar de arriesgarse a volverlo a propiciar.
- El BCE no comprará bonos que tenga la
calificación crediticia de bonos basura. De nuevo se da a las agencias de calificación
de riesgos, cuyo mercado sigue dominado por las tres empresas norteamericanas
co-responsables de la creación de la burbuja especulativa que nos llevó a la
crisis que padecemos, un papel fundamental en la determinación de qué países
pueden ser ayudados o no. De entrada esto excluiría a algunos de los más
necesitados: Grecia y Chipre. Algunas informaciones añaden a Portugal (en este
como en otros puntos las decisiones del Consejo de gobierno del BCE son
ambiguas, cosa que también reflejan las actas cuando son publicadas).
- No se comprará deuda por encima del
33% del PIB del país emisor. Este criterio también excluiría a Grecia porque el
BCE ya compró, en su día, deuda griega que alcanza ya esa cifra. Al menos no
podrá hacerlo hasta que dicha deuda venza, a finales de junio, lo que conformará
un período de tiempo de presión al gobierno griego que salga de las urnas
del 25 de enero.
Que
no basta la política monetaria para salir de la crisis en las actuales
condiciones de bajísimos tipos de
interés y enorme liquidez mundial está muy claro. Lo dijo el propio Mario
Draghi el pasado mes de septiembre en su comentado discurso de Jackson Hole, en
la reunión de presidentes de bancos centrales. Son necesarias políticas
fiscales que estimulen la demanda. Y estas fallan.
El
Plan Juncker de inversiones es radicalmente insuficiente. Es insuficiente en su
cuantía soñada, 315.000 M€, el 80% de la cual debería ser aportada por
inversores privados. Es radicalmente insuficiente la aportación de los
presupuestos de la UE: 15.000 M€ de dinero viejo sacados de otras partidas de inversión (compárese con
los 45.000€ de inversión no gastada de los presupuestos 2007-2013 que se
trasladaron al período 2014-2020, después de pasar por el nunca nacido Plan de
crecimiento y empleo de 2012). El diseño del modelo de colaboración
pública-privada es cuanto menos enormemente voluntarista con unas tasas de
apalancamiento poco realistas y una dependencia excesiva del capital privado.
En
cuanto a la coordinación de las políticas fiscales de la Zona euro para
impulsar la demanda, de nuevo nos encontramos con la oposición de Alemania.
Quien debiera empezar por utilizar estímulos fiscales y hacerlo con mayor
intensidad es Alemania (seguido de Austria, países nórdicos,…). Sin embargo, Alemania se
niega a hacerlo priorizando mantener el déficit presupuestario cero que acaba de
alcanzar.