Comienza la semana
decisiva para saber si el gobierno alemán va a continuar imponiendo a toda Europa su diktat, es decir las condiciones leoninas del
rescate a Grecia y la continuidad de las políticas de
austeridad, reformas (recortes estructurales) y devaluación interna de los
países endeudados.
Por lo que sabemos de la
reunión del Eurogrupo del día de hoy así parece. Wolfgang Schäuble vetó un preacuerdo en torno a una
resolución que Moscovici y Varufakis habían pactado y la reunión terminó
sin acuerdo alguno y con un ultimatum del Eurogrupo a Grecia para que acepte en cuatro días la
prórroga del rescate.
Los gobiernos
socialdemócratas se plegaron, como siempre, a la presión alemana. Los gobiernos
más conservadores del Sur, como el español y el portugués, se alinearon, como
venían aireando en los últimos días, en el frente de la dureza contra Grecia. En el de la dureza, el
sectarismo político y la estupidez y el olvido de los intereses nacionales. Porque lejos de ser cierto que España se vería perjudicada por la posición
griega, España sí se verá perjudicada por los que pueden promover una muy sería
inestabilidad financiera en toda Europa -que afectaría muy en particular a
España, Italia y Portugal- con tal de castigar la osadía de un Gobierno que
quiere cumplir con la voluntad de los ciudadanos que le han votado, sin dejar
de responsabilizarse de sus compromisos con sus socios.
Y el gobierno de Rajoy también va en contra
de los intereses españoles al apostar por la continuidad de la
política alemana para la gestión de la crisis que ha sido un completo fracaso.
Resulta intolerable que se haga pura propaganda xenófoba diciendo que están
defendiendo la devolución de los 26.000 millones que España prestó a Grecia. Porque España sólo avaló esa cantidad que prestó
efectivamente el Mecanismo de Estabilidad Financiera, y la propuesta del
gobierno griego de conversión de su deuda en deuda perpetua garantizaría que el
aval no se ejecutase nunca. El paroxismo de esta demagogia basada en falsedades le
correspondió al Ministro de Exteriores cuando afirmó que con ese dinero las
pensiones habrían subido un 38% y la protección a los parados en un 50%. Sorprende, porque García Margallo no acostumbra a usar ese tono.
El problema no está en
la obligación de cumplir, o no, los compromisos, aunque se trate de compromisos
adoptados bajo coerción que han llevado al pueblo griego a perder la cuarta
parte de su riqueza con una enorme desigualdad en la distribución de la
pérdida, todo ello promovido directamente por las condiciones del plan de
rescate. El problema está en decidir si se pueden seguir cumpliendo, o no, una
parte de esos compromisos y condiciones. Porque lo que los miembros del Eurogrupo no quieren decir es que lo que
defienden es que el Gobierno de Syriza no pueda aplicar su programa de
emergencia para que cientos de miles de griegos no pasen hambre y puedan
calentar sus casas y para que tres millones, los más desfavorecidos, puedan
volver a ser asistidos sanitariamente por la Seguridad Social. Porque lo que
los responsables políticos europeos quieren ocultar es que estas situaciones se
derivan directamente de condiciones impuestas por la troika al gobierno de Samaras.
Lo que parece que no
aciertan a comprender los responsables políticos europeos y de los gobiernos
nacionales de las dos principales corrientes políticas es que si finalmente
logran derrotar las muy justas pretensiones del gobierno de Alexis Tsipras, para muchos
europeos europeístas empezaría a carecer de sentido seguir apoyando la
existencia de una UE tan antisocial y poco solidaria.
No se puede esperar por
más tiempo para apoyar con toda firmeza la posición del gobierno de Grecia por parte de las fuerzas políticas
progresistas, los sindicatos y las organizaciones sociales.
Porque no es sólo
el futuro de Grecia lo que se está jugando en estos
días decisivos, es el futuro de toda la Unión
Europea.
Excelente artículo, aunque difícil de comprender para los que se salvan solos.
ResponderEliminar