La responsabilidad de los dos partidos de la izquierda, PSOE y Podemos y sus coaliciones (Izquierda Unida está ya diluida en Podemos), por no haber desplazado del gobierno al PP es enorme. Lo han sido en diferentes grados, y alternándose, según en qué momentos del largo maratón electoral. Han dejado de lado la política, entendida como la acción encaminada a resolver los problemas de la gente, para dar primacía a las tácticas -y los miedos- encaminados a mantener o alcanzar la hegemonía dentro del espacio político entre el centro izquierda y la izquierda. Uno de los mejores mapas políticos de Europa, el que quedó dibujado tras las elecciones de noviembre de 2015 -sí, de veras, así están las cosas en Europa-, ha sido malgastado por las acciones y omisiones de unos muy malos líderes políticos.
Ahora sólo queda condicionar al nuevo gobierno del PP, desde el Parlamento y desde la sociedad, para arrancarle unas cuantas cosas importantes e impedir algunos de sus malos propósitos. ¿Serán capaces de entenderlo los líderes del PSOE y de Podemos y de hacer buena política al servicio de la gente? ¿O seguirá primando el sectarismo y la politiquería de los insoportables diez meses últimos?
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